Mi chiste estrella

De siempre me han gustado los chistes y cuando empiezo y me caliento empalmo uno detrás de otro, como si de cigarrillos en manos de un conductor de camiones extresado se tratara.Tengo un chiste estrella. Es uno de esos largos que todo el mundo sabe que lo cuento, y que muchas veces me piden, pero conforme lo voy contando, la gente no queda muy segura de querer saber el final, porque sube en intensidad excesivamente. Este chiste emblema de mi humor va del verde al marrón y del marrón al verde, y cuando la gente me dice porqué soy tan guarro me excuso en Quevedo e intento contar un chiste sin sexo, ni mierda, ni enfermedad…Como podéis imaginar este chiste no es bueno para contar mientras se come y por supuesto en mi boca queda mejor, pero para los que estáis lejos y hasta que incluya podcasts, ahí va:

Dos hombres se encuentran por la calle:

– ¡Hombre, Pepe, cuánto tiempo!

– Sí que lo hace, Miguel, ¿Cómo estás, hombre?

– Bien, ¿y tú? ¿Tienes novia por fin, bala perdíah?

– Claro, si me casé hace dos meses.

– ¿Tú? Con lo delicao que has sido siempre para el tema de las mujeres….

– Pues sí, me casé.

– Habrá que ver el pedazo de tía con la que estás…tendrá un coñito sin un pelito, sin un granito, así gracioso como sonriéndote todo el día, con olor a fresas silvestres, que cuando se abre como una flor muestra unos pétalos rosaditos, húmedos y jugosos, en el cual tú como primaveral y hambrienta abejita ansías libar. Un chochito con motor de quinientos centímetros cúbicos, de esos que una vez la espada en la saya, se ponen a funcionar dotándote de un masaje más placentero que mil lenguas de doncellas vírgenes del Valhalla. Seguro que con lo delicado que tú eres, no me he podido equivocar mucho, ¿verdad?

– ¿Mi mujer un coño de flor en el que quiera meter la boca? Ni muerto. El coño de mi mujer es inmundo. Sólo el escuchar quitarse las bragas, parece más que se está desabrochando un velcro que otra cosa. Luego viene el hedor…Es como abrir un contenedor metálico lleno de despojos de marisco y cabezas de pescado en el que ha estado dando el sol todo el día. Sólo me he atrevido a mirarlo una vez y porque estaba resfriado, y entre lagrimar de ojos, pude atisbar una mata negra y rizada de vello que se asemejaba más a la cabeza de un jamaicano que a un vello púbico normal. Allí, entre la vegetación agreste, pude reconocer un clítoris como una zanahoria el cual me hizo dudar de su feminidad y unos labios vaginales, que parecían más mocos de pavo que otra cosa.

– Vaya, me has dejado frío. ¡Con lo delicado que has sido siempre tú para las niñas, que no te liaste con esa miss porque tenía dos pelos en la espalda! Habrá que ver las tetas de tu señora. Serán unos pechos vitorinos, dos perfectos pitones que aunque tengan una curva que en apariencia decrezca, luego se elevan hacia el sol para desafiar a la gravedad. ¡Seguro que son dos perfectos pasteles, de tacto suave y terso, que dan ganas de volver a mearse en la cama con tal de ser amamantado de nuevo! Habrá que ver las magnas dentelladas que le habrás propinado, si ahora mismo descubrieramos uno de sus pechos, como si de la dama de la revolución francesa se tratara, observaríamos sin duda un molde de tu dentadura. Me recreo, pues ya imagino dos superglobos de agua coronados por un perfecto pezón, ni grande como galleta maría ni respingón como la nariz de Espinete, un pezón perfecto redondito como la esfera de un Rolex y sonrosado como las mejillas de una colegiala. Unos senos resistentes y receptores de tus embestidas de amor, frenando tus acometidas con la máxima suavidad, pero animándote a que sigas intentando sacar fuego por el frotar de tu ramita. Vamos, que al llegar a casa saludas primero a tu señora y luego a cada teta con un tierno beso, despertando las bajas pasiones propias de unos recién casados.

– ¿Qué haga qué en las tetas de mi mujer? ¿De la Paqui? ¡Ni loco! Tiene las tetas llenas de pelo. Pero no los cuatro pelitos de la aureola. Tiene vello que la harían entrar inmediatamente en la legión con tan sólo desabrocharse un botón de la camisa. Pero ahí no queda la cosa: tiene el pecho cubierto de granos. Besar un pecho sin que un grano te dispare un chorro de blanquecina pus es imposible. Además son tan fáciles de romper que más de un día he pensado que se había manchado la camiseta de mayonesa mientras comíamos. Para colmo, tiene tan poco pecho que cuando quiere lucir un escote se pinta el canalillo con un rotulador.

– ¡Joder, me estás dejando frío! Con lo delicado que has sido tu siempre….uhmn…¡Seguro que es la boquita! Con lo delicado que siempre has sido con la boca, habrá que verle la boquita. Una boca con labios carnosos, gordos, como los de la «Yolí». Una boca con una dentadura perfecta, de las que se ve brillar cuando apagas la luz del dormitorio. Dos filas de preciosas piedras lunares alineadas sobre una encía carmesí, a su vez envuelta en dos rodajas de fresca fruta fresca. Una cueva perfecta de donde mana una mezcla de ambrosía con los perfumes más frescos de la naturaleza como la menta, la hierbabuena, el romero… Sin duda, unos labios que cuando te rozan se erizan los vellos de todo el cuerpo y los escalofríos recorren tu cuerpo como si yacieras en una bañera mientras jugueteas con los terminales de una batería de camión.

– ¿La boca de Paqui….? Calla, calla que me quitas las ganas de comer…Si su boca huele peor que el coño, muchas veces me he planteado si se lame sus partes como las perras…¡Macho, sino tiene dientes con lo joven que es! La lengua es negra y afilada como si de un lagarto se tratara. Las flemas fluyen de su garganta con tanta frecuencia que come con una escupidera encima de la mesa. Para colmo, supura un líquido negro por las encías, que aunque es pestilente, lo puedo usar de tinta para recargar las plumas. Menos mal que su boca es difícilmente apreciable por el bigote que tiene. Luce un mostacho propio de un teniente de la Guardia Civil, el cual cuando se lo afeita le sangra durante varias horas, por lo que prefiero que se lo deje y así puedo recordar que comimos en esa semana observándole el mostacho. Vamos que me he hecho musulmán únicamente para poder llevarla con velo.

– Joder….¡Me dejas frío…un hombre tan delicado como tú, súmum de la superficialidad, que siempre ha sido lo más sublime y sibarita en el día a día, condenado con esa hembra…Espero que me perdones, pero por muchas vueltas que le doy no consigo comprender qué le has visto a esa mujer…

– Pues es muy sencillo. Recuerdas que me gusta en mis ratos libres salir a pescar, ¿no? Tío, le salen del culo unos gusanos gordos como dedos.

~ por Kin El Bravido en 29/10/2007.

3 respuestas to “Mi chiste estrella”

  1. que bueno!!!!!!!!!

  2. Sisisis buenisimo,pero un pelin largo

  3. Aquí lo he alargado a cosita hecha, seguro que cuando lo cuentes lo optimizas olvidando las partes que menos gracia te hicieron :-).

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